La mujer que nadie conoce está sentada frente a una mesa del Bar Central de un pueblo cualquiera desde donde puede ver a todo el que entra.
Tag Archive Ateneu Barcelonès
Se sientan a la mesa de siempre del café Argelia. Él la mira con la sonrisa apacible forjada a base de años de escucharla. Ella tiene la palabra.
Un enfermo degenerativo recibe como cada jueves la visita de una voluntaria que lo saca a pasear. Mientras salen del hospital, él lleva un extraño recuento que acaba diciendo: diez a uno, y el perro no cuenta.
Blai se quejaba siempre de no tener nunca tiempo para pensar.
Le gustaba mucho, sentarse a pensar. Pensar en cosas que había hecho, que debería hacer, que le gustaría hacer; en cosas que nunca haría… Podía pasarse horas, cuando estaba soltero y tenía pocos quehaceres, pensando y pensando. A veces lo hacía en el sofá, pero le gustaba sobre todo pensar sentado.
Una lenta cadencia in crescendo de golpes secos, acompasados, rompe la oscuridad fría y húmeda que adormece la calle. Una farola derrama una luz turbia alrededor de un cajero automático. Una sombra pequeña y pesada se convierte, a medida que entra en escena a toques de bastón, en un hombre encogido por el peso de muchos inviernos.